20.6.12

¡Mozo! ¡Marche una porción de anarquía para la mesa 4!

Como otras veces, hoy en este pasquín familiar vamos a denostar a grupos musicales que versionan a otros grupos musicales en idiomas no originales. Lo de hoy es realmente una joya. Primero, porque es una gran canción. Segundo, porque la original es de una gran banda, piedra fundacional del punk británico de los años '70. Y por último, porque los muchachos aparentemente perdieron el norte (literalmente) mientras la traducían. Si no, fíjense bien en dónde quieren que haya anarquía...


La original, acá.

13.6.12

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La inmensidad, el vacío, la nada más absoluta.
Me aterra.
Es el temor, el nudo en el estómago. Es como asomarme a un precipicio. Yo sé que puedo hacerlo, lo hice innumerables veces, salgo relativamente airosa cada vez que lo intento, pero igual me invade el pánico. Me siento en esas noches del desierto otra vez, donde no puedo identificar sonidos, no hay luz fuera de la nuestra, sólo el viento seco cortándome la cara y ramalazos de terror a lo desconocido.
Es una película de terror barata y predecible, pero es película de terror. Nadie comprende lo que siento, y es inútil tratar de explicarlo. No lo entenderían, se reirían, me ridiculizarían.
Entonces me callo.
Y tengo miedo.
Y me hago pequeña.
Y espero. Espero a que salga el sol, a que alguien haga un ruido remotamente humano que me saque de mi limbo, a que se haga la luz en mi rincón de universo. A que se haga la luz en mi cerebro. Que mis dedos empiecen a fluir libremente, al ritmo de mis pensamientos, en el teclado. A que la tan temida página en blanco se empiece a poblar de caracteres bailarines, en una danza desenfrenada que durará hasta el punto final.

Iba a escribir otra cosa y salió esto. ¿Pánico escénico?

10.6.12

No sé si aprecian...

... que estoy haciendo un supremo esfuerzo por actualizar relativamente seguido. Es que leí por ahí que esto de escribir sandeces se da mejor cuando lo practicás, y como tengo parciales kilométricos que llenar, mejor que me vaya entrenando. Digo. Después les cuento si resulta.

6.6.12

¿Qué pasa si en tu reproductor de música portátil conviven pacíficamente Gogol Bordello, Lily Allen y Los Coholins?


Golem, "Odessa"

La pregunta es en sí misma trivial para los no iniciados. Pero a esta altura del partido, ya sabemos que lo trivial es lo que verdaderamente nos complica la existencia, y si nos paramos a mirar, nos damos cuenta que la respuesta varía drásticamente, de acuerdo a quién le estemos preguntando. Y como no tengo voluntarios dispuestos a contestar mis preguntas estúpidas cada vez que me sale del quinto forro de... Bueno, de algún quinto forro, no me queda otra que hallar las respuestas por introspección. Veamos.

Florci a los 13: La respuesta es cauta, no se convence de las bondades del método, aunque admite que puede resultar. Sería algo así como: "No sé, pero me parece que esas tres cosas... Como que no pegan mucho entre sí. Es raro, pero bueno, si son felices y a ellos les gusta...".
Florci a los 15: En plena etapa de absorción de conocimientos musicales, acepta la convivencia de distintos estilos en su mp3, pero bajo el rótulo de transitoria, hasta que los "nuevos conocimientos" se asienten.
Florci a los 16: Con su nuevo oído musical flamantemente desarrollado y sus nuevos conocimientos adquiridos y en constante ebullición, rechaza la convivencia de dichos estilos, aduciendo que es una práctica incoherente. Formulando la respuesta en el lenguaje de la teen, obtendríamos algo como "¡Horror! (O expresión similar) ¡Incoherencia! (O concepto cercano) Eso es típico de gente que escucha Radio Disney y no filtra lo que le gusta y lo que no". Bardera al pedo, la pendeja.
Florci a los 19: Empieza a entender que la mezcla no es incoherencia, y se anima a alborotarse.
Florci a los 21: Ha perdido toda "coherencia musical" y escucha lo que le viene en gana. Y no le interesa lo que opine la gente, porque además es poco generosa y no le presta el mp3 a nadie.

El punto de este rosario de estupideces es el siguiente: recuerdo que a los 16, la música era un criterio realmente rígido para elegir amigos, y expulsivo a la hora de mantenerlos*. Y esto no era exclusivo de mi grupo de amigos, sino que era común a todos mis compañeros de colegio. Independientemente del resto de tu personalidad, si no escuchabas Ramones no podías juntarte con nosotras. No conformes con clasificar rígidamente a los seres humanos de acuerdo con su gusto musical, además los tachábamos de "incultos" si no conocían las bandas a las que adorábamos, sin pensar en que nosotras tampoco conocíamos ni de nombre a los grupos favoritos de esos salvajes que tenían el tupé de presumir su desconocimiento de la discografía de The Clash. Es cierto, no éramos angelitos, pero "los otros" seguían exactamente la misma lógica.
Ahora, desde mi pseudo madurez duramente adquirida, no puedo comprender a mi yo adolescente. Quizás porque los amigos que me hice después jamás escucharon lo mismo que yo, o porque ya estoy vieja y anquilosada para esas cosas, el caso es que jamás volví a preguntarle a nadie "Che, y a vos, ¿qué te gusta escuchar?". No me interesa, prefiero que me sorprendan con nuevas cosas para incorporar a mi muy heterogénea lista de reproducción.

*Recuerdo a una amiga insinuar, ante la ignorancia musical de la que se veía rodeada, que debería haber colegios para punks, para emos, para rollingas...