Siempre pasa lo mismo. Es un ciclo que se repite una y otra vez, del que no se puede escapar. Primero viene el rechazo, a veces acompañado del asco. Simplemente no querés tener nada que ver con eso. Cómo a alguien se le puede ocurrir relacionarte a vos con eso, cómo pudo ocurrírsele, por Dios. No lo podés comprender, y eso te deja en una situación bastante inestable.
Pero tanto asco engendra curiosidad. Por saber qué es eso que instintivamente estás rechazando. Así, sin proponértelo, comenzás todo tipo de averiguaciones, te familiarizás más y más con el objeto de tu odio. Hasta que descubrís que no podés vivir sin él. Felicitaciones. Has pasado del odio al amor enfermizo.
Después de un tiempo variable, te cansarás y empezarás a experimentar. Conocerás nuevas cosas, verás nuevos lugares y tu cabeza se abrirá. Descubrirás que hay algo más allá de tus obsesiones. Y ahí empieza el distanciamiento. Probarás nuevas cosas, al principio parecidas. Más tarde te animarás a lo diametralmente opuesto sin temer al qué dirán. Tu enfermedad mutará gradualmente hacia el amor y, con el tiempo, hacia el cariño. Ese cariño con el que los viejos recuerdan sus travesuras de niños o reviven su adolescencia. Tal vez, si tenés suerte, llegarás a la indiferencia total. Pero eso nunca pasa. Al más mínimo rastro de tu antigua pasión, retrocederás todo el camino avanzado y vuelta al principio.
A vos, antiguo fanático: nunca podrán dejar de gustarte los Redondos.
6 comentarios:
yo pensé que hablábamos de otra cosa, pero no, no me gustan los redondos
:(
error
yo soy un antiguo fanático, y ahora sólo me generan desprecio
Yo pensé que hablabas de Facebook :P
Srta Florci: Siempre tuve mucha admiración por Los Redondos.
¿Dónde está usted?
Se la extraña
Pable
dónde te metiste? corriste demasiado y te escapaste!!
Srta Florci: ¿Necesita que le dejemos mil coments, al estilo de Chau, para que regrese?
Pable
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