Hasta que, obviamente, la ropa se empieza a desteñir, pierde el calce perfecto de los primeros meses, te hartás de usar siempre lo mismo, revolvés el placard en busca de nuevas opciones. O bien puede pasarte que, no importa cuánto amor, cariño y devoción le hayas dedicado a esa prenda, un buen día decide abandonarte, ignorando las ingentes cantidades de suavizante y jabón en polvo puestas en ella para que esté lo mejor posible.
Con las personas es igual. Con la pequeña diferencia de que, cuando te hartás de ellas, "ya cumplieron su ciclo", y que cuando ellas se hartan de vos, te dejan preguntándote qué pudo haber salido mal.
La respuesta es: todo. Estaba malparido desde un principio.
Pero podrías haber tenido la deferencia de haber dado la cara
1 comentario:
leí SOS MI RAMERA jajajaja
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