22.12.12

Nubosidad variable con probabilidad de sismos por la tarde

He de confesar que mi puntualidad deja muchísimo que desear. Me es más que imposible llegar a horario, ni que hablar de llegar temprano a una clase de yoga. Pero ese día, el milagro ocurrió, y para cuando entré al salón dispuesta a adueñarme de una colchoneta durante una hora y media, había la enormidad de tres sitios libres esperando por mí.
Estaba pronta a instalarme en uno de los lugares, cuando la profesora (el nombre correcto sería instructora, pero me parece muy impersonal) me hizo moverme, porque desde ahí la pateaba cuando hacía los estiramientos. Me fui hacia otro lugar libre.
"No, ahí no te pongas"
Mirada a la instructora solicitando traducción de la instrucción.
"Porque si no L. queda abajo de la viga"
Mirada a la instructora solicitando explicación racional a la estupidez más descabellada oída en bastante tiempo.
"Es que le da miedo, porque dice que si hay un terremoto se le va a caer encima"
Mirada atónita a la instructora.
Agarré mi sábana y enfilé para el único lugar factible de ser ocupado mientras me reía descaradamente en la cara de mi instructora. Pobre. Muy ofendida me preguntó a cuento de qué venían las carcajadas. Y bueno, no le contesté. No se me ocurrió una manera didáctica de explicarle que Buenos Aires no es zona sísmica porque está muy lejos de las fronteras de la placa sudamericana, y que en caso de terremoto el lugar más seguro es a cubierto, abajo de una viga. 
Ay, esta L...

17.12.12

"Yo peleé contra la ley" y traduje esto, y le hice arreglos, y la canté con voz blandita, y dije que hacía un homenaje, y tuve la osadía de permitir que alguien en su sano juicio lo subiera a Yout*be

Llegué a esta gema en la corona de las canciones traducidas buscando... no sé bien qué. Pero siempre que uno busca no encuentra, y cuando tira la toalla aparece lo mejor. Así encontré a un profesor mío vestido de boy scout (de veritas, con short y bandana identificatoria) y esta versión en español de "I fought the law", en clave ibérica y apta para todo público. Escuchad, aunque si vosotros, no iniciados, apreciáis la salud de vuestros tímpanos, tal vez no sería conveniente que diérais play al siguiente video.


Acá, la versión de The Clash en vivo. Y acá, la original de Bobby Fuller.

Pido disculpas si The Clash es un tema recurrente en esta sección, pero realmente me encantan y detesto aún más las versiones en español si el ataque se perpetra contra una de sus canciones.

12.12.12

Smart phones, dumb users

Estaba un día, en uno de mis (no tan) frecuentes divagares por la webósfera, escuchando canciones que por pudor no tengo en mi reproductor, cuando en la página de videos más concurrida de la internés salta (literalmente, pues es pop-up, que como ustedes saben, mis distinguidos y cultos lectores, es algo así como "saltar", "emerger sorpresivamente", o algún sinónimo adecuado) una publicidad de una conocida cadena de electrodomésticos. Muy adorable, por cierto. La publicidad, no la cadena.
En fin, estaba mi ser disfrutando de esas imágenes bucólicas, estilo alpino-decadente-paz y amor, cuando irrumpió la voz del narrador. Muy masculina, por cierto. El hombre de cuya garganta salían tan melodiosos sonidos me informó de la existencia de unos seres de cuya existencia no estaba informada, que aparentemente responderían al nombre de "rústicos". Estos seres en cuestión renegaban de cualquier adelanto tecnológico, viviendo en una especie de comunidad hippie con chiches electrónicos que dejaron de ser chiches en los años 70, para pasar a ser más bien objetos de interés museológico que podrían encontrarse en la casa de nuestras abuelas. El locutor de voz aterciopelada procedía a enumerar las "virtudes" de semejante colectivo, en un tono mordaz muy interesante, para luego finalizar con un llamado a la iluminación: si querés dejar de ser rústico, andá a la citada cadena de electrodomésticos, que tenés todos los chiches de esta época, y vas a ser así como super moderno y cool, y vas a estar en la cresta de la ola. O mejor aún, vas a ser la ola.
Hasta aquí, el escenario. Estoy perfectamente de acuerdo con las intenciones de venta que subyacen en el anuncio, pero me pregunto, ¿hasta qué punto la vida "rústica", entendiendo por tal al concepto plasmado en el anuncio, tiene tantas desventajas? Vamos, que según como lo pintan, el índice de ansiedad en ese San Marcos Sierra publicitario es realmente bajo. La gente espera tranquila, no tiene manías controladoras, se vale de sí misma para el levante y no necesita hurgar en el feisbuc... No sé, no veo mal el paisaje, a menos que seas psicólogo, o psiquiatra. No parecen necesitarlos ahí.
Aquí es donde entra el remanido argumento de "sí, y escribís esto desde una netbook, mientras escuchás música." ¿Contradicción? Nunca dije ser rústica. Pero una vez que decidís no ser rústico, ¿de verdad es necesario disponer de una cantidad obscena de aplicaciones que te organicen la vida? Literalmente, las hay para todo, pero vamos hombre, que tampoco es tan difícil pararte frente a la heladera y sacar de la galera una cena. Está bien, no será una comida de tres manteles, pero para mis gustos sencillos de entre semana, sobra. O realmente, no me hace falta que un teléfono inteligente me diga cuántas calorías quemo por ir caminando las siete cuadras que me separan de la estación de tren. O como combinar mi remera naranja furioso con un pantalón acorde. OK, tampoco tengo tanta ropa, pero dale, un poco de esfuerzo propio es lo que se pide. Porque el día que colapse el sistema, no quiero sentirme alienada.
Porque quiero sentir que tengo el control de una mínima parte de mi vida.
Porque poder decidir qué comer, cómo entrenarme y qué ponerme dependa exclusivamente de mí.
Porque no quiero que mi teléfono sea más inteligente que yo.

Aquí, la publicidad.

7.12.12

Yerba mala nunca muere

Hace mucho tiempo, inauguré en el blog la sección Old School yogins, y ahí se quedó, muerta de risa. O cagándose de angustia, como ustedes prefieran. Porque, como suele suceder, basta con que decidas hacer algo aprovechando un cierto hecho típico, para que este desaparezca y se vuelva atípico. Así pasó con mis viejas de yoga: de un día para otro se volvieron razonablemente cultas, razonablemente abiertas al cambio y filtraban razonablemente bien las incoherencias que manaban de su anquilosado cerebro y luchaban por ver la luz.
Tristemente, las viejas y yo ya no frecuentamos el mismo turno... pero encontré una reemplazante de primerísimo primer nivel. Le agradezco de todo corazón haberme proporcionado los medios para mantener viva esta humilde sección. Gracias, L.

2.12.12

¡Primavera!

Porque en este blog somos así de rebeldes, declaramos que comenzó la primavera. Porque sí, porque se nos voló la peluca... ¡y porque tenemos flores en el cantero! Y como realmente duran muy poco y me arrepentí el año pasado de no haberles sacado fotos, hoy les dedico sus cinco minutos de fama.

Rulo I.

Rulo I. The beginning

Sofía (mi orégano)

Darío

Darío en todo su esplendor posando para mi cámara.

28.11.12

Petisos reloaded

He notado que mucha gente llega acá a través de Google buscando cosas como estas

Mitos sobre petisas
Frases para petisos
Ser petiso

Y bueno, encuentran cosas como estas. Por si la información en ese post no les sirve, les puedo contar un poco sobre el primer y tercer apartado de la lista. Me limito a esos dos, porque el segundo me parece de mal gusto: las frases para petisos son las mismas que para el resto de los mortales. ¿O acaso esperás recibir trato especial por señalar lo que es obvio? No, y además no me gusta que me recuerden que soy Tarzán a escala maceta. Paso. Gracias.
En cuanto a mitos sobre petisas, haciendo una investigación en la biblioteca de Babel moderna un poco más concienzuda que la del gil que llegó acá en busca de resultados, he llegado a la conclusión de que aparentemente, una mujer petisa debe cumplir ciertos requisitos relativos a su deseo sexual y habilidades en el ring.Y bueno flaco/a, si le vas a andar dando bola a Google en esto para después ir y elegir tu hueso de esta noche, en mi opinión no la vas a mojar jamás. Digo. Y no paso el metro sesenta, soy una autoridad en este tema.
Y ser petiso es igual a ser alto, con la diferencia de que no tengo que agacharme salvo en muy raras ocasiones, puedo usar zapatos eternamente altos sin miedo a dejar petiso a mi novio, y les huelo el sudor a todos en los recitales. Bueno, no todo son rosas (¡humor fácil!).
Sí, es un post pedorro, pero me debía a estos giles que buscan semejantes pavadas en Google.

24.11.12

Vieja

Disclaimer: tengo 22 años. Considerar el concepto de vejez de una manera puramente figurada.

Hay momentos en los que los años te caen encima como un tsunami. Literal, y figuradamente. Literal, la última vez que le solicité un milagro al estilista de cabellos (nótese la diferencia con "peluquero") de mi cuadra, y terminé igual que mi madre. Que si bien es una mujer de gran prestancia, tiene treinta años más que yo. Y digo "de mi cuadra" y no "de mi barrio", porque en mi barrio hay un salón de belleza por cuadra.
Y figuradamente, la última vez que fui a bailar a un lugar fácilmente calificable, distinguible por las masas y habilitado por el gobierno de la ciudad para ese fin, como boliche. Era un cumpleaños de un compañero de la facultad que me resulta sumamente agradable, por lo que decidí que su persona ameritaba un esfuerzo de mi parte. Así las cosas, descolgué de mi armario la personalidad que llevo cuando salgo por las noches de cachengue, la combiné con maquillaje, atuendo y peinado al tono, y allá partí.
Luego de un rato de colectivo lleno de gente que también se iba de cachengue, llego a ese lugar inminentemente infame, y al instante me empiezan a agarrar ataques de adolescencia malos. Porque la adolescencia es como el colesterol: la hay buena, la del descubrimiento del universo nocturno, fauna masculina, alcohol, amigos y porros. Y también la hay mala: la del descubrimiento del universo nocturno, fauna masculina, alcohol, amigos y porros. Espero que sepan apreciar el delicado matiz que las separa. En fin, como decía, estaba retorciéndome interiormente producto de la remembranza, cuando llego al lugar y se me informa que, faltando cinco minutos para el límite de entradas gratis (3 AM), "ya cerramos las listas, chicas", y había que pagar. Adiós a mis magros dineros destinados al alcohol.
No conformes con expoliar mi billetera, entro y me encuentro con una marejada de gente sudada que se movía frenéticamente. Y digo marejada porque iba y venía, dejando algún resabio en forma de borracho en galán mode on, que aparentemente leía en mi cara algo parecido a una necesidad de compañía, y evidentemente este ser se sentía capacitado para proveerme con la misma. Y nada, yo tengo algunos problemitas, uno de ellos es que me molesta que invadan mi espacio vital*. Me molestan profundamente los rituales de levante, todos ellos, en cualquier momento o lugar, pero especialmente me fastidian si una mitad está algo... desinhibida.
Para ese entonces, ya la personalidad de cachengue había vuelto al placard, y la de todos los días había tomado su lugar. Una horrorosa música de cumpleaños de quince sonaba de fondo. Recital de Damas Gratis, mujeres entaconadas sin control sobre sus prótesis, y unos cuantos pisotones después, sobria por obligación, hastiada, aburrida de los señores cuyo interés por mí exhalaba un tufillo... digamos, etílico, decidí que era hora de volverse a dormir. Y nada, esas cosas de la vida, recuerdo que a los diecisiete esto tampoco me gustaba, pero tenía que tolerarlo para así encontrar mi lugar en ese sistema de castas rígidas que es el secundario. Y ahí no tenía escapatoria. Y mientras pensaba que más me valía haberme quedado en casa mirando un bodrio romántico hollywoodense en TV por cable, o perdiendo el tiempo en la internés, o molestando a quienquiera que estuviera delante, me alegré de ser una vieja.

*Sé que el argumento es de corte hitleriano, pero deben recordar que el lo usó para invadir Polonia. Evidentemente, él tenía poco espacio vital. A mí con el que me asignaron me alcanza.