Damas y caballeros, su atención por favor.
Gracias.
Por razones en las que no vamos a abundar en este pasquín, últimamente me he visto en el trance de cocinar con mayor frecuencia. Los que me conocen sabrán (y los que no, se enterarán) que la cebolla es uno de mis ingredientes preferidos. En general, suelo ser imparcial con los componentes de mis menjunjes, sin mostrar favoritismos ni tener actitudes hacia ellos que hagan que después se enojen (los componentes) y la comida salga fea. Yo cuido las formas, ¿vieron? Y la armonía reina en mis platos y en mi vida. O por lo menos lo intento, con mayor o menor éxito. Depende de la inspiración del momento, del humor de la cocinera, de las condiciones climatológicas... Ehm, no, esto ya es una digresión grande como una casa. Una casa grande, claro está.
En fin, como venía diciendo antes de subirme a una palmera, metafóricamente hablando por supuesto, estoy sentada en el piso de mi habitación y aquí seguiré hasta el final de la presente entrega de este útil folleto informativo, como decía, he descubierto una nueva y revolucionaria fórmula para dejar de llorar cuando picamos cebolla. Esta consiste, muy simplemente, en cortar en mitades dicho vegetal, lavarlo con firmeza bajo el impiadoso chorro de agua fría de la canilla de la cocina, y picarla rápido. Rogarle a cualquier ente superior para que este truco funcione nunca está de más. No es infalible, pero ayuda a vivir. Y a mí me funcionó.
Me despido de ustedes, amable audiencia. Hasta la próxima entrega.
Comentario al margen de índole netamente intelectualoide: lo que nos hace llorar de la cebolla es el bebé de la foto. Cuando sea más inteligente (traigan una silla y pónganse cómodos, o mejor un diván, porque viene para largo), les voy a contar por qué. Ahora no lo sé.
Comentario al margen (2): Googleando a ver si encontraba qué pasaba, por curiosidad, me enteré que esto ya está circulando por toda la Internés. La plana mayor de Corre Florci Inc. les promete un mejor post la próxima vez.
15.3.12
29.2.12
To the people who spam
Dear Sir or Madam,
My name is Florci, and I am the human in charge of this webpage. I am writing to complain about the comments you left on certain entries, which I personally find irrelevant and out of subject.
I do read the remarks other readers make about every post, though I rarely answer them; and I am aware of the fact that some people just drop by, read something and leave quietly, either because they are not interested, or they just do not feel like saying anything about it. But regarding your observations, I cannot quite figure out what their aim is. Seriously, have you actually read the entry before writing nonsense about it?
Remember, there is no pride in spamming.
My name is Florci, and I am the human in charge of this webpage. I am writing to complain about the comments you left on certain entries, which I personally find irrelevant and out of subject.
I do read the remarks other readers make about every post, though I rarely answer them; and I am aware of the fact that some people just drop by, read something and leave quietly, either because they are not interested, or they just do not feel like saying anything about it. But regarding your observations, I cannot quite figure out what their aim is. Seriously, have you actually read the entry before writing nonsense about it?
Remember, there is no pride in spamming.
Yours faithfully
Florci
Realmente, carajo. ¿A quién le importa que estuviste acá? Si querés decir algo, decilo. Si te sentís con ganas de sugerir alguna cosa, sé libre para expresarlo. Si no querés decir nada, quedate callado. Acá respetamos a todos, y no vamos a andar jugando a los trolls por el ciberespacio. Pero de ahí a decir que un post de una sola línea, con una fotito, es un "informative article", creo que hay un terrible salto. Dale, así, entre amigos, no tiene sentido que llenes espacios ajenos con tus comentarios irrelevantes. Y si no tenés un programita que comenta automáticamente, y encima te tomás el trabajo de escribir esas cosas poco importantes una y mil veces en los mil y un blogs que visitás, realmente, estás al oven.
25.2.12
My (chaperone) Sharona
Estaba uno de esos días de felicidad primaveral, disfrutando de la soledad de mi hogar, con la música al mango y haciendo air guitar, como es mi costumbre, cuando me topé con esto. Inmediatamente me dije "al blog sin escalas".
Muchachos, respeto su creatividad y sus agallas para versionar una canción tan sensual y potente a la vez, pero les comento, así, entre nos: en la original, es una adolescente la que le incendia el universo al cantante, no su acompañante-cuidadora, como ustedes proponen. Creatividad, sí, pero fidelidad.
Never gonna stop, give it up. Such a dirty mind.
Always get it up for the touch
of the younger kind
22.2.12
Y sí
En algún momento era obvio que íbamos a subir algo nerd, así que no pongan esa cara de sorprendidos, cierren esas bocas y denle play al video de más abajo
Y además estoy contenta.
13.2.12
Fue primicia
Diálogo entre Florci y Fémina Fanática de TV Basura (léase programas de entretenimiento barato donde rige la igualdad "contenido = culo", y diversos programas parásitos de los mismos, así como también oyente de éxitos efímeros disponibles en canales de cable de música latina. Abréviese FFTVB).
FFTVB (escuchando la canción "I will always love you", que sonaba en la tele) : ¡Qué buen tema! (o expresión similar)
F: Sí, sí, un temazo. Lástima que se murió.
FFTVB: ¿Quién se murió?
F: Whitney Houston
FFTVB: (enfáticamente) ¿Y a ésa quien la conoce?
(Florci hace mutis por el foro)
FFTVB (escuchando la canción "I will always love you", que sonaba en la tele) : ¡Qué buen tema! (o expresión similar)
F: Sí, sí, un temazo. Lástima que se murió.
FFTVB: ¿Quién se murió?
F: Whitney Houston
FFTVB: (enfáticamente) ¿Y a ésa quien la conoce?
(Florci hace mutis por el foro)
10.2.12
De por qué este blog cada vez está más pedorro, y propósito de enmienda
Mi madre solía decirme, en esos mis momentos de depresión por el mundo en general y por ciertas personas en particular, que me tranquilizara, que la vida se iba a encargar, que en algún momento iba a saber apreciar mi estoicismo. A esa altura del partido, me reía para no llorar, porque sentía que estaba quemando los últimos cartuchos, mientras pensaba que esa sensación de justicia que a otros parecía llegarles muy fácilmente (y sobre todo, muy rápido) nunca iba a ser para mí.
Ahora, luego de enterarme de que los imbéciles que hicieron mi secundario imposible han fracasado uno tras otro en sus vidas, quedando como esponjas sin seso en un limbo de adolescencia ya perdida; que la inocente niña que se dedicó a pegarme y robarme mis juguetes cuando yo era una aún más inocente niña, está a un paso del neuropsiquiátrico; que la pendeja (porque el apelativo de mujer le queda grande) que quiso meter púa entre mis seres queridos, diciendo estupideces sobre lo que yo hacía o dejaba de hacer, se estrella cada vez que lo intenta... Me siento Atila, para qué negarlo. Y como calculo que él no andaba mariconeando por la vida, siento que yo tampoco debería hacerlo. Y como mariconear y quejarse es la quintaesencia de este espacio en la red, últimamente me estuve llamando a silencio, para que Atila no se enoje.
Pero como me encanta quejarme, voy a destinar algunos momentos del día a hacerlo. Y a publicar mis quejas, a ver si allí afuera hay alguien que se ría de mí.
Ahora, luego de enterarme de que los imbéciles que hicieron mi secundario imposible han fracasado uno tras otro en sus vidas, quedando como esponjas sin seso en un limbo de adolescencia ya perdida; que la inocente niña que se dedicó a pegarme y robarme mis juguetes cuando yo era una aún más inocente niña, está a un paso del neuropsiquiátrico; que la pendeja (porque el apelativo de mujer le queda grande) que quiso meter púa entre mis seres queridos, diciendo estupideces sobre lo que yo hacía o dejaba de hacer, se estrella cada vez que lo intenta... Me siento Atila, para qué negarlo. Y como calculo que él no andaba mariconeando por la vida, siento que yo tampoco debería hacerlo. Y como mariconear y quejarse es la quintaesencia de este espacio en la red, últimamente me estuve llamando a silencio, para que Atila no se enoje.
Pero como me encanta quejarme, voy a destinar algunos momentos del día a hacerlo. Y a publicar mis quejas, a ver si allí afuera hay alguien que se ría de mí.
13.12.11
Arrugadas de la vieja escuela
Hace unos años (dos), a causa de mis nervios incontrolables, decidí empezar yoga. Busqué un lugar cercano a mi casa, averigüé los horarios, me inscribí y empecé. Voy a clases por la mañana, así que el alumnado está compuesto principalmente por señoras mayores, ya jubiladas, amas de casa o con empleos ocasionales. Viejas, que les dicen.
Las primeras clases me limitaba a aburrirme como una ostra (supongo, pues no recuerdo haber sido ostra en algún momento de mi vida, pero todos lo dicen, así que ¿por qué yo no?) mientras estiraba músculos que no sabía que existían. Mi cabeza estaba en otra parte, no en la clase, porque, como ya dije, la clase es a la mañana. A esa hora, aunque esté en pleno uso de mis capacidades motoras, los obreros que trabajan en la fábrica de mi cerebro todavía no entraron a trabajar. Imposible captar algo de lo que sucedía a mi alrededor. Mi estado de somnolencia me protegía de cualquier estímulo exterior.
Hasta ese día. Ese glorioso día, aparentemente había dormido más, o tenía más energías, o simplemente se alinearon los planetas. Ese día estuve despierta durante toda la clase y pude escuchar las cosas que mis viejas compañeras decían. Y sorprenderme, y divertirme, y reírme a carcajadas para mis adentros, porque están más chapadas a la antigua de lo que yo creía.
Por eso, es este irreverente, irrespetuoso e inconstante pasquín, inauguramos este nuevo espacio, dedicado a ellas, "las viejas de yoga", como les digo en la intimidad de mi hogar. Porque lo que dicen en esas clases merece ser atesorado. Porque desenterraron mi vocación de agitar el avispero. Este es mi pequeño homenaje a ellas, que me hicieron recordar que en algún momento fui ácida.
Stay tuned for more old-school yogins
Las primeras clases me limitaba a aburrirme como una ostra (supongo, pues no recuerdo haber sido ostra en algún momento de mi vida, pero todos lo dicen, así que ¿por qué yo no?) mientras estiraba músculos que no sabía que existían. Mi cabeza estaba en otra parte, no en la clase, porque, como ya dije, la clase es a la mañana. A esa hora, aunque esté en pleno uso de mis capacidades motoras, los obreros que trabajan en la fábrica de mi cerebro todavía no entraron a trabajar. Imposible captar algo de lo que sucedía a mi alrededor. Mi estado de somnolencia me protegía de cualquier estímulo exterior.
Hasta ese día. Ese glorioso día, aparentemente había dormido más, o tenía más energías, o simplemente se alinearon los planetas. Ese día estuve despierta durante toda la clase y pude escuchar las cosas que mis viejas compañeras decían. Y sorprenderme, y divertirme, y reírme a carcajadas para mis adentros, porque están más chapadas a la antigua de lo que yo creía.
Por eso, es este irreverente, irrespetuoso e inconstante pasquín, inauguramos este nuevo espacio, dedicado a ellas, "las viejas de yoga", como les digo en la intimidad de mi hogar. Porque lo que dicen en esas clases merece ser atesorado. Porque desenterraron mi vocación de agitar el avispero. Este es mi pequeño homenaje a ellas, que me hicieron recordar que en algún momento fui ácida.
Stay tuned for more old-school yogins
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