El chico esteroides es un espécimen común. Demasiado. Todo gimnasio que se precie debe tener uno en exhibición. No sólo porque de algún retorcido e indescifrable modo le da status al lugar, sino porque prácticamente cubren todos los gastos con la plata que el chico esteroides les deja cada mes. Y así se repite el patrón hasta el infinito, pesas-espejo-más pesas, hasta que algun día los músculos dicen basta. No sabemos qué pasa exactamente después de eso, nadie ha vuelto a ver a un chico esteroides después de un colapso.
En fin, pero mientras eso no ocurra, el chico esteroides disfrutará de la familiaridad que le otorga un pase preferente al salón de musculación mirando con desprecio a cualquiera que no se comporte de acuerdo con su estilo de vida, y lascivamente a las chicas que sí lo hagan, aunque no lo lleven al extremo de la perfección (encarnada por él, por supuesto).
Cabe preguntarse qué distingue a un espécimen de esta raza de un concurrente regular al gimnasio. Es simple: en algún momento de su vida el futuro chico esteroides decidirá que su masa muscular no es suficiente y caerá en un pozo depresivo, del que sólo saldrá consumiendo anabólicos (ok, y puede ser que algunas cosas más también). Así, "feliz" y musculoso, seguirá su camino por la vida, ignorando que esas simpáticas pastillitas tienen una ley similar a la de la conservación de la materia: no es que se agrande, el tamaño sólo cambia de lugar.
Hoy estoy hecha una víbora
3 comentarios:
Segui en víbora que esta bueno...
Y despues terminan de patovas o en titanes en el ring (o 100% lucha).
Srta Florci: Coincido con Nono, esta bueno que estes en víbora (pero no te arrastres)
Beso en la frente
Pable
Nono: Claro, esa es la actividad que sustenta el gym!
La verdad, no los hacía fans de las víboras... Me sorprendieron.
Gracias por leer!
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