14.4.09

Las máquinas de calcular

Las calculadoras de bolsillo se inventaron para satisfacer las demandas de un nicho del mercado: los contadores compulsivos. Estos seres (no sé si califican como humanos, así que lo dejamos así) viven calculando, sea el valor de un auto o lo que le queda a una persona del sueldo una vez que pagó los impuestos. En base al resultado de sus cuentas, deciden cómo tratar a una persona. Si el mismo es aceptable, el individuo en cuestión será tratado con familiaridad. Si es "superior a la media", entonces lo que le corresponde es respeto. Y si el resultado entra en la categoría de "pobres infelices"... bueno, se le dispensará un trato acorde.
En criollo, esta es la clase de gente que cree que la bondad de una persona es directamente proporcional al precio de su casa y que la inteligencia va de la mano con la cuota del colegio privado. No tienen paz si no saben exactamente de dónde sale la plata de cualquier persona. Y una vez que se alzaron con estos datos, hasta son capaces de ir al supermercado con esa cantidad a ver si de verdad puede comprar todo eso con ese sueldo.
Para ellos, las cosas no se dividen en lindas-feas o útiles-inútiles, sino en caras o baratas. No se privilegia la calidad, sino el precio. Cuanto más caro, mejor. Por esta razón es que no son capaces de disfrutar algo por su valor intrínseco, nada que sea gratis sirve para ellos. Y si por una de esas magníficas alineaciones de planetas quedan cautivados por algo que es gratis, inmediatamente se ponen a calcular cuánta plata sacarían si cobraran entrada.
Esta gente existe y está en todas partes cual plaga. El año pasado fui a ver Les Luthiers al teatro, y allí también me los encontré. En la fila de adelante mío había un venerable señor (por no decir un viejo de mierda) que se puso a calcular cuánto ganaban por función y el total de las ganancias al final de la temporada. Llegó a la importante conclusión que, si sus cálculos eran correctos, a esa altura los cinco grandes ya deberían ser millonarios. Desubicado. Primero, porque sus cálculos sí eran incorrectos. Segundo, porque Les Luthiers están más allá de todas estas consideraciones. Y tercero, porque no me dejó disfrutar del espectáculo en paz. ¡Te odio, viejo calculador!

4 comentarios:

Pulfer dijo...

En el ambiente cinematográfico eso se llama "productor".

Y tengo muchas, pero muchas ganas de ir a ver les luthiers.

La sabiduría de Pato dijo...

Lo que no entiende esa gente es que las cosas no se dividen en barato o caro, sino económico o no. Unp paga pya sea por un producto o servicio, si este agrega un valor superior al percibido en la cantidad de dinero aportada, entonces es económico, sino no. Y listo.
Ejemplo rápido: 25 mangos por un combo de McDonalds es no sólo aberrante sino también poco económico, por esa guita te hacés una super milanesa a la mega napolitana con papas a la crema de faisán cazado con gomera en cualquier rotisería amiga, con una coca de 2 litros para bajarla.

Saludos!

PD: Te envidio demasiado por ir a ver a Les Luthiers. Yo no voy porque está muy "caro".

Pable dijo...

Srta Florci: Su post me remite a Eduardo Galeano (aunque Kitty se enoje) y su "Ventana sobre un hombre de éxito"
No puede mirar la luna sin calcular la distancia.
No puede mirar un árbol sin calcular la leña.
No puede mirar un cuadro sin calcular el precio.
No puede mirar un menú sin calcular las calorías.
No puede mirar a un hombre sin calcular la ventaja.
No puede mirar a una mujer sin calcular el riesgo.

Beso en la uña del dedo mayor de su mano (Claro, de la mano izquierda)

Pable

Florci dijo...

Nono: Mirá vos, tomo nota del ambiente cnematográfico, así sé dónde no tengo que asomarme.

Pato: Andá, las entradas más "baratas" están 40 creo. Y sí, por 25 me compro diez superpanchos con coca en la panchería de enfrente de la estación de servicio de la vuelta de casa.

Pable: Por qué la izquierda?

Gracias por leer!